Mi madre no quiere perros en la casa y mi abuelo tampoco. «¿Qué se supone que vamos a hacer con Loki cuando vayamos a Asturias?»
Tener que hacerme una pregunta como esa fue mi mayor pesadilla cuando decidí adoptar a Loki, un sheltie absolutamente adorable que se parece un poco a un zorro.
No podía quitarme de la cabeza las palabras de mi madre diciéndome que a Loki no se le permitía estar en el dormitorio o jugar en la alfombra de la sala (mira las fotos a continuación). Antes de irme de París a Asturias con mi novio y mi perro, me explicó que Loki tenía que quedarse todo el día fuera o en la terraza. Ella no permitió discusiones al respecto.
Preocupado enfermo (no lo niego), pero esperando que mi cachorro pudiera ganarse el corazón de mi madre, abuelo y el resto de la familia, partimos juntos a Asturias para pasar varias semanas de vacaciones y trabajar desde casa.
amor de perro grande
Mi madre, muy conocida en toda la ciudad porque lleva 35 años al frente del restaurante familiar, nos dejó boquiabiertos, amigos e invitados. Ella que me predicaba que el perro es un perro, que el perro no es su nieto, que el perro no entra en la casa y menos en el restaurante se ha enamorado perdidamente de Loki.
«Loki es lo mejor que me ha pasado este verano»
explica con entusiasmo en sus ojos y Loki en su brazo frente a decenas de invitados que esperan para cenar en su restaurante.
Algo pasó entre los dos en el momento en que Loki caminó hacia ella en el aeropuerto. En el camino de regreso a casa ella se ofreció a llevarlo en su regazo.
Al principio a Loki le resultó difícil tratar con su familia asturiana hasta entonces desconocida, pero a las pocas horas había conquistado la casa como los corazones de mi madre y mi abuelo.
como una sombra
Con cada día que pasa, Loki preferiría acostarse en los pies de mi madre o abuelo que en los míos cuando come. ¿La razón? Ambos se han acostumbrado a dejarle pequeñas golosinas debajo de las mesas.
«Por suerte es un perro y no un bebé, de lo contrario ya no estaríamos haciendo nada. Ya ni siquiera iría a trabajar», escuché que mi madre le decía a mi abuelo mientras jugaban con Loki en la casa.
Hoy, de vuelta en París, cuando llamo a mi madre oa mi abuelo, Loki me sorbe el móvil como si pudiera darles besos de verdad y los busca por todo el apartamento.
Lamentablemente nos separan miles de kilómetros, pero ya estamos contando los días para poder volver a la casa donde los perros estaban terminantemente prohibidos.